Paz
Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle
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Padre Hugo Tagle
Mañana es Nochebuena y el miércoles, Navidad. He reescrito esta columna una decena de veces. ¿Dónde colocar el acento? ¿Inclinarme por los profetas de desventuras que auguran un futuro sombrío para Chile? ¿O más bien ver el futuro con mirada esperanzadora a pesar de las dificultades que se prevén?
Me inclino por esto último. Han sido meses dolorosos. ¿Llegaremos a acuerdos? Creo y confío que sí. Para ello, hay que trabajar duro, hacerse cargo de las legítimas demandas ciudadanas y con ello aislar a los violentistas, que sólo buscan el fracaso de los acuerdos. Hay instancias de debate, discusión y diálogo. Porque, conversando se entiende la gente.
Los políticos tienen la maravillosa oportunidad de dar clases de civilidad, respeto, tolerancia. No hay otro camino. Que la idea de “Plaza de la Dignidad”, en lo que a “dignidad” se refiere, se traslade en efecto al Congreso, a las discusiones públicas, a las redes sociales. Ojalá nos tratemos “dignamente”; nos respetemos, respetemos los derechos humanos del otro, volvamos a aprender a debatir escuchando, sin interrumpir ni menos agredir o amenazar. La violencia física y verbal es signo de debilidad, de falta de razón y argumentos. La amenaza, como se ha visto en un sector minoritario del espectro político, es indudable signo de falta de razón.
En fin, confío y tengo esperanza al ver que la inmensa mayoría del espectro político es, en efecto, democrático. Sólo una minoría pareciera – ojalá no me equivoque – no querer ni respetar las reglas del juego democrático. “El pueblo” del que se pretenden apropiar unos pocos es moderado y razonable. Las urnas no engañan. Más democracia llevará a espantar y neutralizar a los extremos.
Jesús nace de nuevo. Le pido paz y justicia. O justicia y paz. El orden de los factores es importante. Se ha repetido –con justa razón– que la paz es fruto de la justicia. Pero a su vez, no es posible construir un nuevo orden social sin un mínimo de paz. Las demandas sociales han encontrado acogida en amplios sectores políticos, lo que debería dar garantías de avance rápido en la agenda. Es lo que deseo para Chile en esta Navidad. Debe renacer un Chile más justo, con una democracia más sólida e inclusiva.
Buen lector: si es creyente, participe de alguna celebración navideña religiosa; rece por sus adversarios y por usted mismo, para encontrar paz, ser más empático y tolerante. Si no es creyente, al menos haga suyo el valor más entrañable que esta fiesta trae consigo: Paz, inmensa Paz.
Que vivamos momentos de familia, unidad, alegría y paz. ¡Feliz Navidad!